Importante conjunto de abrigos y cuevas, en su mayoría excavados artificialmente en la roca. Aunque hay evidencias de un importante asentamiento de la Edad del Bronce y de un pequeño asentamiento tardorromano, la ocupación principal de las cuevas es de época andalusí. También se han excavado restos de una necrópolis de esta última cronología.
San Miguel el Viejo es un lugar marcado por la leyenda. Antiguo asentamiento islámico asociado al control del paso que une la zona de Mora con la Depresión de Sarrión, es el escenario principal de la leyenda de la conquista aragonesa de Mora. En los últimos años se ha establecido la costumbre de visitar este lugar en San Miguel de Mayo, dentro de los esfuerzos para recuperar las fiestas que antaño se celebraban ese día y que incluían el «dance de Mora» y «embajadas de moros y cristianos».
Asentamiento andalusí ocupado de forma efímera por Alfonso I (1118). La conquista definitiva la realizó Alfonso II, que lo donó al Monasterio de la Selva Mayor (1174), otorgando fueros para favorecer su repoblación (1184). En 1342 contaba con 326 vecinos fiscales (650 a 810 personas), cifra muy superior a la actual. Pero la intensa crisis de mediados del siglo XIV redujo sensiblemente la población. En el siglo XV se inició el paulatino desplazamiento del caserío hacia la vaguada contigua.
Bastión califal del siglo IX, de sillería almohadillada con piezas engatilladas. Se encuentra localizado en Calle Baja nº 26, , en el flanco meridional del casco urbano. Esta estructura se integró en la muralla bajomedieval de Puertomingalvo, sirviendo, además, de basamento para la ermita de San Ginés.
Las primeras citas a «Nogarolis» ó «Noguerolis» datan de 1262 y se asocian a la fallida repoblación de la aldea de Peñacalva, aunque no se tiene constancia segura de población hasta 1263; en 1270 ya era aldea de la Comunidad de Teruel, status que estuvo a punto de perder en 1425 cuando Alfonso V otorgó Nogueruelas a sus sobrinos Juan y Pedro. Pero esta cesión no llegó a ser efectiva y en 1429 ese mismo monarca otorga un privilegio que aseguraba que no podría ser separada en el futuro de la Comunidad de Teruel.
Puente de fechas avanzadas de la Baja Edad Media o de Edad Moderna, que integra dentro de su fábrica restos de un puente califal, posiblemente el más antigo conservado en la Comarca. Se vincula a un importante camino andalusí que cruzaba la Sierra de Gúdar.
Asentamiento islámico fortificado, con materiales de los siglos XI-XII. Conquistado por Alfonso I (1118), a su muerte fue recuperado por los sarracenos. Alfonso II lo reconquista definitivamente (1169), donándolo al Monasterio de Montearagón (1175). Éste se lo entregó a Jimeno, Egidio y Juan de Luna para que lo habitaran y mantuvieran (1182). Pocos años después pasó a manos del Concejo de Teruel, al que ya pertenecía en 1212. Gúdar casi se despobló en 1365 por la amenaza de invasión castellana.
Antiguo asentamiento de la Edad del Bronce y poblado ibero-romano, en el que se instaló una fortaleza islámica de cierta relevancia, documentada arqueológicamente desde la segunda mitad del siglo XI. Fue conquistado por los aragoneses a principios del siglo XIII; posteriormente se instaló una ermita, con dos fases bajomedievales (la última del siglo XV). El enclave fue reocupado durante la Guerra de los Dos Pedros y en conflictos bélicos posteriores (Guerra Civil).
La Acequia del Diablo tiene su origen a los pies de los restos del primigenio Puente de la Fonseca. El topónimo «Pontseca» o «Puent Seca» («puente de la acequia») aparece ya en documentación de 1198, inmediatamente después de la conquista aragonesa, lo que indica que ambas construcciones ya existían en la fase final del periodo andalusí.
Fortaleza islámica y bajomedieval documentada desde 1202. En 1205, Pedro II lo entregó a Pedro Fernández (nieto de Alfonso VII de Castilla) como garantía de un préstamo, recuperándolo en 1208. En 1210, lo cedió a Pedro de Pomar, retornando poco después a la Corona. En 1217, Jaime I lo donó al obispo Zaragoza. Y en 1262, este monarca encomienda al Concejo de Teruel su repoblación, integrándose en su Comunidad de Aldeas.
Base de una potente torre defensiva, posiblemente islámica, aunque la escasez de material arqueológico en superficie impide corroborar con seguridad esta datación.
El enclave se sitúa en el extremo de un espolón, en la confluencia de los ríos Cabra y Alcalá, con un amplio control visual. Se trata de una estructura de planta rectangular, de 7,50 por 4,20 metros, con muros de 90 cm. de espesor, realizados con sillares de piedra arenisca de grandes dimensiones (hasta 120 cm. de longitud).
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