Antigua iglesia parroquial de la villa de Rubielos, gótica del siglo XIV. Su construcción es autorizada por el obispo de Zaragoza hacia 1311, situándose fuera del casco urbano y del recinto amurallado, a 300 metros del caserío, lo que la convierte en un caso excepcional en el Sur de Aragón. En 1620 la parroquial se traslada a un nuevo templo construido en el centro de la Villa, instalándose en la antigua iglesia un Convento de las Madres Agustinas (1624), con la consiguiente remodelación y ampliación del conjunto.
El templo parroquial original, de una sola nave con capillas laterales, fue objeto de distintas transformaciones para adaptarlo como iglesia conventual. Se redujo de tamaño a fin de destinar parte del mismo a dependencias monásticas; además, se cambio la orientación y se estrechó la nave central para agregar las dos laterales sobre las que descansa la tribuna de clausura. También se instaló un coro alto de planta semicircular y gran vuelo en los nuevos pies del templo, invadiendo un tramo próximo a la antigua cabecera.
La portada, sin embargo, no sufrió ninguna transformación. Mantuvo sus cinco arquivoltas apuntadas, con elementos palmeados en la parte superior y escudo pintado en el frontón. El elemento más destacado de la misma son los motivos esculpidos en los capiteles, entre los que destacan dragones, bustos humanos, jabalíes, motivos vegetales y un unicornio. Esta portada se abre a un patio cerrado, en el que se conserva un lápida honorífica romana del siglo II d. C., dedicada a Cayo Mario Mariano, que ejerció diversos cargos (edil, flamen y duumviro) en una ciudad romana no citada. Desde este mismo patio se accede también a las dependencias conventuales, de clausura.
En el interior del templo destaca el retablo gótico de la Santísima Trinidad, realizado entre 1435 y 1440 por el Taller de Gonçal Peris.