Templo bajomedieval que desempeñó las funciones de parroquial de Almansa, ó «Salmança» (topónimo árabe «la mitad del camino»), aldea de la Comunidad de Teruel que Jaime I ordena repoblar en 1262. En 1280 se documenta una iglesia en este asentamiento, aunque la fábrica actual de la ermita parece algo posterior a ese momento. Almansa resultó muy perjudicada por la crisis de mediados del siglo XIV, perdiendo el 80 % de su población. A finales del siglo XV ya se encontraba despoblada.
La ermita y el despoblado se sitúan en una suave loma, en la cabecera del barranco de los Charcos, en un espacio frío y desprotegido a casi 1.500 metros de altitud.
El edificio es de una sola nave, dividida en cuatro tramos mediante arcos diafragma, que sustentan una sencilla techumbre de madera con tejado a doble vertiente. Está construido con fábrica de mampostería trabada con cal, con sillares en las esquinas. Su portada se abre en la fachada meridional, con sencillo arco de sillería de medio punto. Actualmente posee un atrio, parcialmente cerrado para proteger del viento y del frío, con dos columnas de sección cuadrada; la iglesia medieval también debía disponer de un atrio, como lo demuestran los canecillos conservados en la fachada. El conjunto ha sido objeto de sucesivas agregaciones y reformas durante la Edad Moderna y Contemporánea.
Cuenta la tradición que Almansa se despobló debido a una intensa ola de frío, emigrando sus habitantes al paraje donde se sitúa el pueblo de Abejuela, donde fundaron esta población.
Cada año, el domingo más próximo al 20 de julio, las gentes de Abejuela y algunas personas de otras poblaciones limítrofes, van en romería hasta la ermita de Santa Margarita, donde se distribuye pan y vino.