La primera referencia a Olba data del año 1269, momento en el que el Concejo de Teruel vende esta aldea al racionero Domingo Ladrón, transformándose en un señorío laico que acabó en manos de los Fernández de Heredia, a los que ya pertenecía en 1406. En 1329, siendo señor Rodrigo Díaz, arcediano de Daroca, recibió carta de población a favor de 20 pobladores, «que presentes eran et desi a los succesores de aquellos et a todos que vernan a poblar».
Olba se sitúa en la margen izquierda del río Mijares, en un meandro de este curso fluvial. Ocupa la parte inferior de la ladera meridional de un cerro, en cuya cumbre se conservan escasos restos de un pequeño castillo.
El caserío medieval se agrupaba en torno a la Calle Mayor, de trazado rectilíneo y que posiblemente fuera creada a raíz de la repoblación de 1329. En este vial se conserva la Cárcel del Concejo (cuyo edificio actual es de Edad Moderna); y en su extremo occidental se localiza la iglesia, que no debía existir en 1279-80; la fábrica conservada de este último edificio data del siglo XVII y ni sus dimensiones actuales ni su orientación parecen responder a los parámetros del templo original. En uno de sus muros se encuentra empotrado el Caballero de Olba, que en tiempos debió ocupar un lugar relevante en el interior del edificio.
La traza medieval se completa con dos pequeños callejones, uno que asciende desde la calle Mayor a la calle del Plano y otro que desciende hacia la calle Era Caner, así como la placeta a la que se abre el ayuntamiento. En fechas posteriores, el casco urbano se extendió ladera arriba, siguiendo las curvas de nivel y con un urbanismo no planificado, en el que aparecen con relativa frecuencia los callejones sin salida.