En 1259-60 el Concejo de Teruel promovió la repoblación de la aldea de Rubielos, instalada hasta ese momento en el actual barrio de Campanar. Ese debió ser el origen de la Villa Nueva de Rubielos, que comprende unas 5 ha. de superficie (doce veces El Campanar) y que se extiende por un espacio llano, en el que se conservan numerosos vestigios de su pasado medieval.
La expansión urbana de la antigua aldea de Rubielos por la llanura contigua fue una acción perfectamente planificada, a diferencia del paulatino y desorganizado desplazamiento del la caserío observado en otras localidades de la Comarca durante los siglos XV-XVI. Se trazará una nueva trama urbana, seguramente partiendo de tres caminos preexistentes, definiendo un espacio triangular que quedará perfectamente delimitado por un nuevo recinto amurallado, que enlazaba con el de El Campanar. Los tres ejes urbanos partían del antiguo acceso a la Villa Vieja y al llegar a la muralla, la perforaban con un portal, enlazando con la red de caminos del término.
Este esquema tenía dos rasgos peculiares, que actualmente no son perceptibles; por una parte, la existencia de un barranco que partía en dos la población y que fue cubierto en el siglo XVII. A lo que hay que añadir la ausencia de uno de los edificios que más profunda impronta dejan en el urbanismo medieval de la Comarca: la iglesia parroquial, que inicialmente debía estar en El Campanar y que en 1311 se trasladó a un emplazamiento situado fuera de la población y que actualmente es la iglesia del Convento de las Agustinas.
Esta singular trama urbana, se complementa con un rico patrimonio medieval que aflora por todos los rincones del casco urbano de Rubielos.