San Miguel el Viejo es un lugar marcado por la leyenda. Antiguo asentamiento islámico asociado al control del paso que une la zona de Mora con la Depresión de Sarrión, es el escenario principal de la leyenda de la conquista aragonesa de Mora. En los últimos años se ha establecido la costumbre de visitar este lugar en San Miguel de Mayo, dentro de los esfuerzos para recuperar las fiestas que antaño se celebraban ese día y que incluían el «dance de Mora» y «embajadas de moros y cristianos».
Según la leyenda, después de conquistar Teruel, el ejército aragonés prosiguió su avance por la Comarca de Gúdar-Javalambre, llegando hasta las puertas del Castillo de Mora. Tras varios días de asedio, y cuando los cristianos creían que los sarracenos estaban a punto de rendirse por hambre, vieron con asombro como los sitiados tiraban alimentos por el muro, dando a entender que tenían víveres para aguantar el tiempo suficiente para que llegasen refuerzos desde Valencia.
Ante esta situación, los jefes del ejército aragonés decidieron levantar el sitio y retirarse, acampando esa noche en un cerro próximo, conocido entonces como El Castellar (actual San Miguel el Viejo).
Ya entrada la noche, el Arcángel San Miguel se les apareció a los centinelas que velaban el campamento, para decirles que volvieran a sitiar el Castillo, ya que los alimentos arrojaos desde la muralla eran los últimos que les quedaban a los sarracenos.
Informados los jefes cristianos de la revelación, retornaron al amanecer y el Castillo fue conquistado ese mismo día.
Cuenta la tradición, que en este lugar se construyó una ermita, a la que se iba en procesión el día de San Miguel de Mayo, pero que luego se trasladó a las afueras de la villa. En la actualidad, no hay restos visibles de la vieja ermita, aunque si afloran a la superficie algunos muros del asentamiento andalusí y otras construcciones posteriores. Y desde la cumbre, se tienen algunas de las mejores vistas de la villa de Mora y su entorno.