Masía con torre de carácter historicista, reconstruida tras la Guerra Civil muy cerca de los Estrechos del Diablo, junto al río Mijares. Refleja la pervivencia del gusto por los mases fortificados.
El castillo y la aldea de Pradas pertenecían a Blasco Jiménez, señor de Arenós, pero se situaban dentro del territorio asignado a Teruel en su Fuero. Por ello, el Concejo turolense inició un pleito para obtener su reintegración, obteniendo sentencia favorable en 1267. A finales del siglo XIII o principios del XIV, Pradas pasó a manos de los Sánchez Muñoz, barones de Escriche; en esos años o poco después desapareció la aldea, surgiendo la de San Agustín, perteneciente a la Comunidad de Teruel.
Ermita gótica del siglo XV, situada en el emplazamiento en el que estuvo la iglesia de la aldea de Pradas, documentada entre 1269 y 1298, que pudo despoblarse tras la fundación de San Agustín. El templo actual se asocia al Castillo de Pradas, residencia señorial de los Sánchez Muñoz, barones de Escriche.
Ermita gótica del siglo XV, que en origen pudo desempeñar las funciones de iglesia parroquial de San Agustín. Se trata de un templo con fábrica de mampostería y sillares en las esquinas, y planta rectangular de una sola nave dividida en cinco tramos separados mediante arcos diafragma apuntados. La cubierta es de madera a dos aguas. Probablemente provenga de este templo una tabla de la Virgen con el Niño, del siglo XV y estilo gótico internacional, conservada en el Museo Diocesano de Teruel.
La aldea medieval de San Agustín, integrada en la Comunidad de aldeas de Teruel, se creó en el primer tercio del siglo XIV, posiblemente a raíz de la despoblación de la aldea de Pradas. La primera referencia documental data de 1342, fecha en la que contaba con 30 vecinos fiscales (unos 60 a 75 habitantes). Pese a la fuerte crisis de mediados del siglo XIV su población se mantuvo e incluso siguió creciendo levemente a lo largo de la centuria siguiente (22 fuegos, unos 110 habitantes, en 1488).
La Acequia del Diablo tiene su origen a los pies de los restos del primigenio Puente de la Fonseca. El topónimo «Pontseca» o «Puent Seca» («puente de la acequia») aparece ya en documentación de 1198, inmediatamente después de la conquista aragonesa, lo que indica que ambas construcciones ya existían en la fase final del periodo andalusí.
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